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Trastornos Psicosomáticos: Cuando la Mente Habla a Través del Cuerpo

Trastornos Psicosomáticos: Cuando la Mente Habla a Través del Cuerpo

Trastornos Psicosomáticos: Cuando la Mente Habla a Través del Cuerpo 800 800 Sandra Ribeiro

En nuestra vida diaria solemos hablar del cuerpo y de la mente como si fueran dos realidades separadas: una que se ocupa de lo físico y otra de lo emocional. Sin embargo, la ciencia lleva décadas demostrando que ambos planos están profundamente conectados. Lo que pensamos, sentimos y vivimos deja huella en nuestro organismo, y lo que le ocurre a nuestro cuerpo repercute en nuestro estado emocional. 

En este marco aparecen los trastornos psicosomáticos, un conjunto de problemas de salud en los que los factores emocionales y psicológicos influyen directamente en la aparición o empeoramiento de síntomas físicos. Estos trastornos representan la mejor prueba de que la salud no puede entenderse sin tener en cuenta la interacción constante entre cuerpo y mente. 

En este artículo exploraremos qué son los trastornos psicosomáticos, cómo se manifiestan, cuáles son sus consecuencias, qué tipos son los más comunes y qué papel juega la psicoterapia en su tratamiento. Todo ello con un enfoque claro y práctico para facilitar su comprensión. 

¿Qué son los trastornos psicosomáticos? 

El término psicosomático proviene de dos palabras griegas: psique (mente) y soma (cuerpo). Un trastorno psicosomático aparece cuando el malestar psicológico —estrés, ansiedad, conflictos internos, emociones reprimidas— se traduce en síntomas físicos reales. 

Es importante remarcar que los síntomas no son inventados ni “exagerados”. El dolor, la dificultad para respirar, la presión en el pecho o los problemas digestivos que experimentan las personas son genuinos, y en muchos casos incluso detectables en pruebas médicas. Lo que ocurre es que esos síntomas no pueden explicarse únicamente por una lesión física o una enfermedad médica, sino que se ven fuertemente influidos por factores emocionales. 

En otras palabras: la mente “habla” a través del cuerpo cuando no encuentra otra forma de expresar lo que nos pasa. 

Consecuencias de los trastornos psicosomáticos 

Los trastornos psicosomáticos tienen repercusiones en distintos niveles de la vida de la persona. 

  1. En la salud física 
  • Dolores recurrentes sin causa médica clara. 
  • Aparición o empeoramiento de enfermedades como hipertensión, gastritis o asma. 
  • Alteraciones del sueño y fatiga crónica. 
  1. En la salud emocional 
  • Ansiedad y depresión asociadas al malestar constante. 
  • Sensación de frustración por no encontrar una explicación médica satisfactoria. 
  • Inseguridad y miedo ante síntomas que parecen “misteriosos”. 
  1. En la vida social y laboral 
  • Ausencias frecuentes en el trabajo. 
  • Dificultad para cumplir responsabilidades. 
  • Incomprensión por parte de familiares o amigos, que pueden pensar que la persona “exagera”. 
  1. En el ámbito económico 
  • Gasto elevado en consultas médicas, pruebas diagnósticas y tratamientos que no siempre resuelven el problema. 

Todo ello puede generar un círculo vicioso: el malestar físico provoca ansiedad, la ansiedad aumenta los síntomas, y así sucesivamente. 

Cómo se manifiestan los trastornos psicosomáticos 

Las manifestaciones de los trastornos psicosomáticos son muy variadas, ya que pueden afectar a prácticamente cualquier sistema del organismo. Entre los síntomas más habituales encontramos: 

  • Dolores persistentes: cefaleas tensionales, migrañas, dolores musculares o lumbares. 
  • Problemas digestivos: acidez, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal, síndrome del intestino irritable. 
  • Alteraciones respiratorias: sensación de ahogo, asma, crisis de hiperventilación. 
  • Síntomas cardiovasculares: palpitaciones, presión en el pecho, hipertensión arterial. 
  • Problemas dermatológicos: erupciones, urticaria, eccemas o psoriasis que empeoran con el estrés. 
  • Trastornos del sueño: insomnio o despertares frecuentes. 

Un aspecto clave es que estos síntomas suelen aparecer o intensificarse en situaciones de tensión emocional, como conflictos familiares, presiones laborales o pérdidas importantes. 

Factores que influyen en su desarrollo 

¿Por qué algunas personas desarrollan síntomas psicosomáticos y otras no? No hay una única causa, sino la suma de varios elementos que se potencian entre sí. El estrés crónico, por ejemplo, mantiene al organismo en alerta y lo vuelve más vulnerable. A esto se añaden ciertos rasgos de personalidad —como la autoexigencia, el perfeccionismo o la dificultad para expresar emociones— que aumentan la probabilidad de somatizar. También influyen las experiencias previas: quienes han atravesado traumas, abusos o pérdidas tempranas presentan mayor riesgo. Finalmente, el contexto cultural y familiar puede reforzar el silencio emocional; cuando “no se habla de lo que se siente”, el cuerpo termina convirtiéndose en el canal por el que el malestar encuentra salida.

 

Trastornos psicosomáticos más frecuentes 

Algunos de los trastornos psicosomáticos más habituales son: 

  1. Problemas digestivos
  • Síndrome del intestino irritable: provoca dolor abdominal, gases, diarrea o estreñimiento, muy relacionados con la ansiedad. 
  • Gastritis y úlceras: el exceso de nerviosismo y estrés aumenta la producción de ácido en el estómago. 
  1. Trastornos dermatológicos
  • Psoriasis y eccemas: las emociones intensas pueden agravar estas afecciones. 
  • Urticaria crónica: muchas veces relacionada con tensión emocional. 
  1. Alteraciones cardiovasculares
  • Hipertensión arterial esencial: el estrés sostenido es un factor clave en su desarrollo. 
  • Palpitaciones y arritmias benignas: que suelen aparecer en contextos de ansiedad. 
  1. Problemas respiratorios
  • Asma: los ataques pueden desencadenarse o intensificarse con emociones fuertes. 
  • Hiperventilación: típica en crisis de pánico o ansiedad aguda. 
  1. Dolor crónico
  • Cefaleas tensionales y migrañas: muy frecuentes en personas con altos niveles de presión emocional. 
  • Fibromialgia: aunque tiene un componente físico, el estrés y la depresión influyen en su curso. 

El tratamiento desde la psicoterapia 

Los trastornos psicosomáticos requieren un enfoque integral que combine atención médica y apoyo psicológico. La psicoterapia desempeña un papel fundamental porque aborda las raíces emocionales y cognitivas del problema. 

Objetivos principales de la terapia 

El tratamiento busca, ante todo, reconocer la conexión entre mente y cuerpo e identificar de qué manera el estrés y las emociones influyen en los síntomas. A partir de ahí, se trabajan estrategias para manejar la ansiedad y la tensión, se mejora la expresión emocional y la comunicación con el entorno, y se apunta a reducir tanto la frecuencia como la intensidad de los síntomas.

Principales enfoques terapéuticos 

  1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) 
  • Ayuda a identificar pensamientos negativos que agravan los síntomas (“seguro que me pasa algo grave”). 
  • Enseña técnicas de relajación, respiración y afrontamiento del estrés. 
  • Favorece cambios en los hábitos de vida. 
  1. Psicoterapia psicodinámica 
  • Explora conflictos internos o emociones reprimidas que se expresan a través del cuerpo. 
  • Es útil en personas con dificultad para reconocer lo que sienten. 
  1. Mindfulness y terapias de tercera generación 
  • Entrenan la capacidad de estar en el presente sin luchar contra los síntomas. 
  • Favorecen la aceptación y reducen la reactividad emocional. 
  1. Técnicas corporales y psicoeducación 
  • Ejercicios de relajación muscular, biofeedback o meditación. 
  • Información clara sobre cómo funciona la relación entre estrés y cuerpo, lo que reduce la preocupación excesiva. 

Los trastornos psicosomáticos nos recuerdan que no existe una división real entre cuerpo y mente, ambos son dos caras de la misma moneda. Las emociones que no expresamos, el estrés que acumulamos y los conflictos que no resolvemos acaban, en muchos casos, encontrando salida a través del cuerpo. 

Entender esta conexión no significa que los síntomas “sean inventados”, sino todo lo contrario, son señales de alarma que nos invitan a escuchar nuestras necesidades emocionales. 

La psicoterapia, junto con un buen seguimiento médico, ofrece herramientas para manejar mejor el estrés, comprender nuestras emociones y, en consecuencia, mejorar tanto el bienestar físico como el psicológico. En definitiva, cuidar de nuestra mente es también cuidar de nuestro cuerpo. 

 

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