• Centro Sanitario Autorizado nº CS19965 - Saber más

Mi hijo habla de dietas: cómo abordar sus preocupaciones con amor y comprensión

Mi hijo habla de dietas: cómo abordar sus preocupaciones con amor y comprensión

Mi hijo habla de dietas: cómo abordar sus preocupaciones con amor y comprensión 800 800 Sandra Ribeiro

“¿Por qué mi hijo tan pequeño ya se preocupa por su cuerpo?” 

“¿Por qué mi hija empieza a hablar de dietas?”

Estas preguntas, aunque angustiantes, reflejan un fenómeno creciente en nuestra sociedad. En nuestra clínica, hemos notado un aumento en las consultas de padres preocupados porque sus hijos/as se preocupan excesivamente por su peso o apariencia corporal y comienzan ha hablar de dietas o suprimen ciertos alimentos. Estas inquietudes, muchas veces, están alimentadas por comentarios en el colegio, en las redes sociales o incluso en el ámbito familiar. En este artículo, queremos ofrecerte herramientas para identificar este problema y actuar de manera preventiva y constructiva.

El entorno que moldea la percepción corporal

Los niños no nacen preocupándose por su cuerpo; estas ideas surgen de su entorno. En edades tempranas, los niños son como esponjas: absorben mensajes y comportamientos de lo que ven, escuchan y experimentan. Algunos factores clave incluyen:

  1. La influencia de los medios de comunicación: Desde anuncios publicitarios hasta personajes en películas o videojuegos, los niños están constantemente expuestos a imágenes de cuerpos que se presentan como ideales. Muchas de estas representaciones son editadas digitalmente o seleccionadas para cumplir con estándares irreales. Además, redes sociales como Instagram y TikTok refuerzan estos ideales mediante filtros y tendencias que promueven cierto tipo de apariencia física. Incluso los contenidos dirigidos a niños, como dibujos animados o juguetes, a menudo muestran personajes con proporciones imposibles, enviando mensajes sutiles sobre cómo «deberían» lucir.
  2. Comentarios en el entorno cercano: Las palabras tienen poder, especialmente cuando provienen de figuras significativas como padres, abuelos o profesores. Comentarios aparentemente inofensivos como “Te ves mejor cuando bajas de peso” o “No comas tanto dulce que engorda” pueden sembrar inseguridades. Comparaciones entre hermanos o primos, como “Mira qué delgada está tu prima”, también refuerzan la idea de que el valor de una persona está ligado a su apariencia.
  3. Presión social y escolar: El entorno escolar es un espacio donde los niños están expuestos a comentarios de sus pares. Las burlas relacionadas con el peso, la altura o cualquier característica física pueden dejar huellas profundas en su autoestima. Actividades como clases de educación física o eventos sociales también pueden convertirse en escenarios de comparación y crítica. Además, los niños que perciben que su apariencia no cumple con ciertos estándares pueden empezar a evitar situaciones donde se sientan expuestos, como natación o deportes en grupo.
  4. Modelos familiares: Los niños aprenden mucho al observar a los adultos que los rodean. Padres o familiares que frecuentemente hablan de dietas, se pesan en voz alta a menudo o expresan insatisfacción con su propio cuerpo pueden influir en cómo los niños perciben el suyo. Incluso comentarios casuales como “Hoy comí mucho, mañana no ceno” pueden enviar el mensaje de que el control sobre el cuerpo es una prioridad.
  5. El papel de la cultura y tradiciones: En algunas culturas, ciertos tipos de cuerpos son valorados más que otros, y estas creencias pueden transmitirse de generación en generación. Por ejemplo, en algunas familias se asocia un cuerpo delgado con disciplina y éxito, mientras que un cuerpo más grande puede ser objeto de crítica o preocupación y asociarse con pereza y falta de cuidado. Estas narrativas culturales pueden influir profundamente en la percepción corporal de los niños.

Señales de alerta en niños y adolescentes

Es crucial estar atentos a ciertos comportamientos que pueden indicar que un niño o adolescente está desarrollando una preocupación excesiva por su cuerpo. Estas señales varían dependiendo de la edad, pero comparten un origen común: la influencia del entorno y los mensajes culturales sobre la apariencia.

En niños/as:

  1. Rechazo a ciertos alimentos: Los niños pueden empezar a evitar comidas específicas porque han escuchado que “engordan” o porque alguien les ha dicho que no son «saludables». Esto puede manifestarse como un rechazo inesperado a sus alimentos favoritos o la adopción de conductas restrictivas.
  2. Juegos o conversaciones sobre dieta: Frases como “Voy a comer menos para estar más delgado” o imitaciones de adultos que hablan de dietas pueden ser indicativos de que el niño está internalizando mensajes negativos sobre su cuerpo.
  3. Dibujos o juegos temáticos: A veces, los niños expresan sus pensamientos a través del juego o el arte. Dibujos que enfatizan cuerpos idealizados o juegos donde “perder peso” es el objetivo pueden ser señales sutiles.
  4. Cambios en su relación con el ejercicio: Aunque el ejercicio es positivo, si el niño lo percibe como una obligación o un medio para cambiar su cuerpo, puede indicar una preocupación emergente.

En adolescentes:

  1. Evitar ciertos alimentos: En esta etapa, el rechazo a ciertas comidas puede volverse más sofisticado, con preguntas frecuentes sobre calorías, ingredientes o etiquetados nutricionales. Algunos adolescentes pueden adoptar dietas restrictivas bajo el pretexto de «ser más saludables».
  2. Cambios drásticos en hábitos alimenticios: Modificaciones repentinas en la dieta, como omitir comidas, saltarse el desayuno o consumir solo un tipo de alimento, son señales claras de alarma.
  3. Inseguridad al vestirse: Los adolescentes pueden evitar ropa ajustada, preferir prendas que cubran más su cuerpo o incluso dejar de participar en actividades como natación o deportes en grupo por temor a ser juzgados.
  4. Comentarios frecuentes sobre cuerpos ajenos: La obsesión con las apariencias físicas de celebridades, influencers o compañeros de clase puede ser una forma de proyectar sus propias inseguridades. Esto puede incluir elogiar excesivamente ciertos tipos de cuerpo o criticar a otros.
  5. Autocrítica excesiva: Comentarios constantes sobre defectos percibidos en su propio cuerpo (“Soy feo”, “Estoy gordo”) son señales preocupantes. Esto puede ir acompañado de conductas como evitar los espejos, pesarse con frecuencia o compararse con otros.
  6. Aislamiento social: Los adolescentes pueden rechazar invitaciones a eventos sociales que impliquen comer en grupo o actividades donde puedan sentirse evaluados por su apariencia. Este aislamiento puede ser un mecanismo de defensa frente al miedo al juicio externo.
  7. Comportamientos extremos relacionados con el ejercicio: Algunos adolescentes pueden adoptar rutinas de ejercicio excesivas, sintiéndose culpables si no logran cumplirlas. Esto puede ser una respuesta a la presión social por cumplir con ciertos estándares corporales.

Trabajando con la familia

Para abordar preocupaciones relacionadas con la imagen corporal en niños y adolescentes, es imprescindible involucrar a la familia en el proceso terapéutico. Esto no solo significa centrarse en el individuo que manifiesta el síntoma, sino también analizar el entorno familiar donde se desarrolla. Todos somos seres sociales y estamos profundamente influenciados por las dinámicas, valores y comportamientos de quienes nos rodean. La familia actúa como un microsistema social, donde, desde niños, aprendemos a relacionarnos y a construir nuestra autoestima.

Durante los primeros años de vida, este entorno familiar puede ser una fuente de seguridad y desarrollo positivo, pero también puede contribuir a la aparición de problemas relacionados con la autoestima y la percepción corporal sin ser conscientes de ello. Por esta razón, es crucial trabajar en equipo con la familia para ayudar al niño o adolescente a desarrollar una visión saludable de sí mismo y de su cuerpo. Este enfoque incluye:

1. Revisar patrones de comunicación

Analizar el lenguaje utilizado en casa es fundamental. Comentarios que, aunque no intencionados, pueden ser percibidos como críticos o comparativos (“No comas tanto porque engordas” o “Mira lo bien que se ve tu hermano con ese peso”) deben ser sustituidos por mensajes de apoyo y aceptación. En el caso de los niños, esto implica usar un lenguaje positivo y centrado en sus habilidades, no en su apariencia. Para los adolescentes, es esencial reforzar mensajes que promuevan su autoconfianza y diversidad corporal.

2. Cuestionar creencias familiares sobre la imagen corporal

Muchas veces, los valores sobre el cuerpo y la alimentación son transmitidos de generación en generación. Reflexionar sobre cómo estas creencias influyen en los niños y adolescentes puede ayudar a romper ciclos negativos. Por ejemplo, desafiar la idea de que “ser delgado es igual a ser exitoso” o que “algunos alimentos son malos por naturaleza” puede abrir espacio para una perspectiva más equilibrada.

3. Crear un entorno de apoyo y aceptación

Los niños y adolescentes necesitan sentir que su hogar es un lugar seguro donde no serán juzgados por su apariencia. Esto incluye fomentar conversaciones abiertas sobre sus sentimientos y preocupaciones, validando sus emociones sin minimizarlas. Por ejemplo, en niños, esto puede significar explicar cómo todos los cuerpos son diferentes y especiales. En adolescentes, es vital escuchar activamente sin imponer soluciones inmediatas, demostrando empatía y comprensión.

4. Participar activamente en el tratamiento

La participación de la familia en la terapia no solo fortalece el proceso de recuperación, sino que también envía un mensaje claro de apoyo al niño o adolescente. Esto puede incluir asistir a sesiones familiares, implementar las estrategias sugeridas por los especialistas y modelar conductas saludables en casa. Por ejemplo, involucrar a toda la familia en actividades positivas como cocinar juntos o realizar ejercicios recreativos puede reforzar hábitos saludables y fortalecer los lazos familiares.

5. Educar a la familia sobre la diversidad corporal y los estereotipos sociales

Es esencial que los padres y cuidadores comprendan cómo los estereotipos sociales y los ideales irreales de belleza impactan a los niños y adolescentes. Esto puede lograrse a través de talleres, lecturas recomendadas o incluso conversaciones con los terapeutas, ayudándoles a ser aliados conscientes en el proceso de cambio.

El impacto del trabajo familiar

Cuando la familia se involucra activamente en el proceso terapéutico, no solo se mejora la autoestima del niño o adolescente, sino también se transforma el entorno en un espacio más saludable y enriquecedor. Esto no solo fortalece su relación consigo mismos, sino también con los demás, proporcionándoles herramientas para enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y confianza.

El trabajo conjunto con la familia crea un modelo positivo que puede extenderse más allá del hogar, impactando de manera significativa en la manera en que los niños y adolescentes perciben su lugar en el mundo. Un enfoque sistémico y colaborativo es clave para garantizar un desarrollo saludable y una visión corporal positiva.

La importancia de prevenir

Ayudar a los adolescentes a desarrollar una autoestima saludable es clave para prevenir trastornos alimentarios y otras problemáticas asociadas. Los padres tienen un papel fundamental en este proceso, no sólo brindando apoyo, sino también revisando sus propios comportamientos y discursos sobre el cuerpo y la comida.

El impacto a largo plazo

Fomentar una relación sana con el cuerpo en niños y adolescentes es una inversión en su futuro emocional y mental. Al ayudarles a desarrollar confianza y aceptación, estamos sembrando las bases para que crezcan como adultos seguros de sí mismos, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos de la vida sin ser prisioneros de los ideales impuestos por la sociedad.

Como padres, el mayor regalo que podemos darles a nuestros hijos es un entorno donde se sientan amados por quienes son, no por cómo lucen. Esto significa ofrecer un espacio en el que puedan expresarse libremente, recibir apoyo emocional y aprender que su valor va más allá de la apariencia física. Cuando los niños y adolescentes se sienten seguros en su entorno, pueden explorar su identidad con confianza y desarrollar una autoestima sana.

Los niños no solo escuchan nuestras palabras, también observan nuestras acciones. Convertirse en un modelo de aceptación y cuidado propio es fundamental para guiar a nuestros hijos hacia una relación positiva con su cuerpo. Esto implica hablar de nosotros mismos con amabilidad, evitar comentarios críticos sobre nuestra apariencia y mostrar cómo cuidar de nuestro cuerpo de manera saludable y equilibrada.

En nuestra clínica, estamos comprometidos a brindar apoyo a las familias en este camino. Entendemos que cada niño y adolescente es único, y trabajamos para ofrecer orientación personalizada que les ayude a sentirse cómodos consigo mismos y a construir una relación sana con su cuerpo. Ya sea a través de terapia individual, sesiones familiares o talleres educativos, estamos aquí para acompañaros.

 

Estamos aquí para ayudarte.

Pide cita:

Rellena nuestro formulario

Para mantenerte informado/a de todos nuestros artículos, síguenos en Instagram.

Pide cita

Pedir-cita
¿Cuándo prefieres tener tu cita?
Marca todas las opciones que prefieras
¿Y en qué horario?
Marca todas las opciones que prefieras
Modalidad
Marca todas las opciones que prefieras