Ir al psicólogo sigue siendo, para muchas personas, un paso que genera miedo o incomodidad. Aunque cada vez hay más conciencia sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental, todavía persisten ciertos prejuicios y temores que dificultan dar el primer paso hacia la terapia. En este artículo quiero acompañarte a comprender esos miedos y ayudarte a disiparlos.
1. ¿Tengo que tener un trastorno mental para ir al psicólogo?
No, no es necesario tener un trastorno mental diagnosticado para acudir al psicólogo. La terapia es una herramienta útil para cualquier persona que quiera conocerse mejor, gestionar sus emociones, afrontar cambios importantes o simplemente mejorar su bienestar.
A veces, acudir a terapia es una forma de prevenir dificultades mayores, aprender nuevas estrategias de afrontamiento o trabajar en el crecimiento personal. No tienes que esperar a que las cosas se vuelvan insostenibles para pedir ayuda.
La psicología no solo trata trastornos, también acompaña procesos de vida, ayuda a resolver conflictos internos y fortalece habilidades emocionales. Cuidar de tu salud mental es igual de importante que cuidar de tu salud física.
2. Miedo a ser juzgados
Uno de los temores más comunes es el miedo a ser juzgados por el psicólogo. ¿Y si piensa que lo que me pasa es absurdo o insignificante?
Es importante que sepas que los psicólogos estamos entrenados para escuchar sin juzgar. No importa cuán pequeño o grande te parezca tu problema, tu experiencia es válida y merece ser escuchada. La terapia es un espacio seguro donde puedes expresar tus pensamientos y emociones libremente, sin temor a la crítica.
3. Miedo a sentirse vulnerable
Hablar sobre nuestras emociones puede hacernos sentir expuestos y vulnerables. Es normal sentir cierto recelo al abrirnos con alguien que no conocemos.
Quiero que sepas que en terapia no tienes que contar nada que no quieras o para lo que no estés preparado. El proceso va a tu ritmo, no al del psicólogo. Nos adaptamos a ti y respetamos tus tiempos. Si hay algo que prefieres no abordar en un momento dado, siempre será respetado.
4. Desconocimiento del proceso
Otro factor que genera miedo es no saber cómo se desarrolla una terapia. ¿Qué voy a tener que decir? ¿Será como en las películas?
La terapia es una conversación guiada, un espacio de reflexión y aprendizaje sobre uno mismo. Al principio, nos centramos en conocer tu historia, tus objetivos y aquello que te preocupa. A partir de ahí, trabajamos juntos para encontrar herramientas y formas de abordar las dificultades.
5. Miedo a que se sepa lo que contamos
La privacidad es otro aspecto que genera preocupación. Muchas personas temen que lo que compartan en sesión pueda ser revelado a otros.
Debes saber que los psicólogos estamos sujetos a un estricto secreto profesional. Todo lo que nos cuentes permanece confidencial. La única excepción a esta regla es si existe un riesgo grave para tu seguridad o la de otra persona, pero incluso en esos casos se te informará y se buscará la mejor manera de actuar.
6. Miedo a que la terapia no funcione
El temor a invertir tiempo y energía en terapia y no ver resultados también es común.
La terapia es un proceso, y como cualquier proceso, requiere tiempo y compromiso. Los avances no siempre son inmediatos, pero con paciencia y constancia, es posible lograr cambios significativos. Recuerda que cada pequeño paso cuenta.
7. La terapia como acto de valentía y cuidado
Pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino de valentía. Ir a terapia es una forma de cuidarte, de darte el espacio que necesitas para crecer y sentirte mejor contigo mismo.
Si estás considerando acudir a terapia, pero el miedo te frena, te invito a reflexionar sobre estos puntos y a darte la oportunidad de probar. El primer paso es, muchas veces, el más difícil, pero también el más importante.
¡Te estamos esperando!
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Sandra Ribeiro
Psicóloga General Sanitaria (M-34885)
Profesora del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED
Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva
Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED