Ayudar a mi hijo adolescente a gestionar sus emociones: Ir a terapia, el gran desafío
Ayudar a un hijo adolescente a gestionar sus emociones y conectar con la terapia es un desafío común para muchas familias, ya que la adolescencia es una etapa caracterizada por grandes cambios emocionales, hormonales y sociales. Aquí algunos aspectos clave en los que la terapia puede ser fundamental tanto para el adolescente como para la familia:
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Reconocer la importancia del apoyo terapéutico para tu hijo adolescente
La terapia proporciona un espacio seguro para que el/la adolescente explore sus emociones sin sentirse juzgado/a y aprenda estrategias para gestionarlas de manera saludable. Esto es especialmente valioso cuando la comunicación con los padres se complica o hay dificultades para expresar lo que siente.
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Fomentar la regulación emocional en la adolescencia
Un/a psicólogo/a puede enseñar al/a la adolescente estrategias para identificar y gestionar sus emociones. Técnicas como la respiración profunda, el manejo del estrés o las estrategias de solución de conflictos pueden ayudarles a no ser reactivos ante situaciones difíciles, y en lugar de eso, pensar antes de actuar.
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Fortalecer la relación entre padres e hijos adolescentes
Además de la terapia con el/la adolescente, tenemos sesiones con los padres para darles pautas para una mejor comunicación y convivencia en la familia.
IMPORTANTE: Las sesiones con los padres no son para contarles lo que nos comenta el/la adolescente en sesión, sino para que acompañen el progreso de su hijo/a y reciban pautas de convivencia. Lo más importante es ayudar a su hijo adolescente a gestionar sus emociones con estrategias y recursos saludables.
Otra opción es la terapia familiar. La terapia familiar puede ser una excelente herramienta para mejorar la comunicación dentro de la familia poniendo el foco en todos los miembros del sistema familiar. El/la psicólogo/a actúa como mediador/a, ayudando a los padres a entender las dificultades emocionales de su hijo/a y viceversa, lo que puede reducir tensiones y malentendidos.
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Promover la autoconciencia en la adolescencia
La adolescencia es un momento clave para el desarrollo de la identidad. A través de la terapia, el/la adolescente puede aprender a identificar sus propios valores, habilidades y áreas que necesita mejorar, promoviendo un sentido de autocontrol y autoestima.
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Construcción de redes de apoyo
Los/las adolescentes a menudo se sienten aislados/as, pero en terapia pueden aprender la importancia de una red de apoyo sólida. Esto incluye no solo a su familia, sino también a amigos y otros adultos de confianza, lo que contribuye a un entorno más positivo y de apoyo.
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Involucrar a la familia en el proceso terapéutico del adolescente
Como hemos comentado, la terapia no solo se centra en el/la adolescente, sino también en la dinámica familiar. Involucrar a los padres y hermanos en sesiones puede ser esencial para generar un cambio sistémico (familiar). De esta manera, se aborda el manejo emocional como un esfuerzo colectivo, ayudando a todos a trabajar juntos para crear un ambiente más equilibrado.
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Psicoeducación para todos
El/la psicólogo/a también puede proporcionar a la familia herramientas para entender el proceso adolescente y las emociones que acompañan a esta etapa. Esto puede incluir educación sobre el cerebro adolescente, lo que reduce la frustración de los padres al entender que muchas reacciones son parte del desarrollo natural.
En resumen, la ayuda terapéutica en la vida de un/a adolescente y su familia puede ser una pieza clave para manejar las emociones y mejorar la dinámica familiar, promoviendo el bienestar emocional y el crecimiento de todos los miembros de la familia.
Mi hijo/a adolescente no quiere ir a terapia
Es muy común que los/as adolescentes en plena rebeldía se muestren resistentes a la idea de asistir a terapia, ya que esta etapa está marcada por una búsqueda de independencia y rechazo a la autoridad, incluidos los padres o cualquier figura que ellos perciban como tal, como un/a psicólogo/a. Sin embargo, los/as psicólogos/as especializados/as en adolescentes están capacitados/as para manejar esta resistencia de una manera que invita al/a la adolescente a participar y regresar a futuras sesiones. Aquí algunos enfoques que pueden ayudar:
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Crear una conexión inicial sin presión
En la primera sesión, el/la psicólogo/a generalmente se enfocará en construir una conexión con el/la adolescente sin imponer expectativas altas. El objetivo es que el/la joven se sienta escuchado/a y comprendido/a, en lugar de sentirse evaluado/a o juzgado/a. El/la psicólogo/a puede abordar temas de interés del adolescente para establecer un lazo y generar confianza, como su música favorita, deportes, amigos o temas que le generan comodidad.
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Validar sus emociones y puntos de vista
Un/a adolescente que siente que sus emociones no son validadas o que constantemente es corregido/a, probablemente se cerrará más. Un/a psicólogo/a efectivo validará sus sentimientos sin trivializarlos ni imponerle soluciones. Esta validación puede ayudar al/a la joven a ver el espacio terapéutico como un lugar donde sus emociones importan y no serán rechazadas.
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Mantener una postura neutral y sin autoridad
Los/las adolescentes a menudo rechazan la terapia cuando sienten que el/la psicólogo/a actúa como una extensión de la autoridad paterna/materna. Un/a buen/a psicólogo/a mantendrá una postura neutral, evitando alinearse con los padres y centrándose en las necesidades y preocupaciones del/de la adolescente. Al evitar sermones o recomendaciones autoritarias, el/la psicólogo/a puede evitar que el/la joven lo perciba como una figura de control.
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Explicar el propósito de la terapia de manera clara
Muchos/as adolescentes rechazan la terapia porque no entienden para qué es realmente. El/la psicólogo/a puede explicar en términos claros y accesibles cómo la terapia puede ayudarles a mejorar aspectos de su vida, como las relaciones, la gestión de emociones o los problemas que los agobian (estrés escolar, relaciones con amigos, familia, etc.). Si entienden el beneficio para ellos/as, es más probable que continúen asistiendo.
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Generar expectativas realistas
Los/las adolescentes, como cualquier persona, buscan resultados tangibles. Un/a psicólogo/a experimentado/a puede trabajar en objetivos que sean significativos para el/la adolescente desde el principio. Esto puede ser algo tan simple como aprender a manejar mejor una situación en casa o reducir el estrés por los estudios. Al establecer metas claras y alcanzables, el/la adolescente puede ver valor en seguir asistiendo.
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Darles una sensación de control
Permitir que el/la adolescente tenga cierto control sobre el proceso terapéutico puede ser crucial. El/la psicólogo/a puede darle opciones sobre los temas que desea abordar o cómo prefiere trabajar en sesión, lo que reduce la sensación de imposición. Esta autonomía puede hacer que el/la adolescente se sienta más dueño/a de su proceso.
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Adaptar el estilo terapéutico al/a la adolescente
El/la psicólogo/a puede ajustar su enfoque dependiendo del tipo de resistencia o personalidad del/de la adolescente. Algunos/as jóvenes responden bien a terapias más creativas o dinámicas, como el uso de metáforas, narrativas, arte o juegos. Otros/as pueden preferir un enfoque más directo o práctico, dependiendo de su temperamento y estilo de comunicación.
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Mantener la confidencialidad
A los/las adolescentes les preocupan que lo que hablan en terapia llegue a oídos de sus padres. Como ya hemos comentado, un/a buen/a psicólogo/a enfatiza la confidencialidad del proceso, dejando claro que lo que se hable en las sesiones no será compartido sin su consentimiento, excepto en casos de riesgo. Esto genera un espacio seguro donde el adolescente se siente más libre para abrirse.
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Paciencia y tiempo
El proceso terapéutico con adolescentes rebeldes puede ser lento. El/la psicólogo/a sabe que no siempre se obtendrán resultados inmediatos, pero la clave es mantener el espacio abierto, respetuoso y sin presiones, para que el/la adolescente regrese por decisión propia.
En resumen, el éxito en que un/a adolescente regrese a terapia radica en la habilidad del/de la psicólogo/a para construir una relación basada en el respeto, la empatía y la autonomía. La primera sesión es crucial, ya que puede determinar si el/la joven siente que ese es un lugar donde puede expresarse libremente. Ayudar a un hijo adolescente a gestionar sus emociones y conectar con la terapia no es fácil, pero con la ayuda correcta, se puede conseguir.
En el Centro de Psicología Sandra Ribeiro tenemos un unidad terapéutica especializada en adolescentes y familias. Nuestra experiencia y las valoraciones de nuestros pacientes nos avalan.
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Sandra Ribeiro
Psicóloga General Sanitaria (M-34885)
Profesora del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED
Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva
Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED