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Sandra Ribeiro

Dificultad para relacionarse 808 808 Sandra Ribeiro

Dificultad para relacionarse

Dificultad para relacionarse

Dificultad para relacionarse. No a todas las personas les resulta fácil relacionarse con los demás. A las personas más extrovertidas, la interacción social les sale de forma natural y si expresan fácilmente en público. En cambio, a los más reservados, muchas veces, les domina la timidez y pueden sentirse más incómodos en las relaciones interpersonales.

Los rasgos de personalidad de cada persona y sus experiencias vitales son lo que van a determinar la dificultad para relacionarse y su grado de comodidad en las relaciones sociales. Cada persona desarrolla su propia forma de relacionarse y enfrentarse al mundo.

La timidez leve no es algo que debemos preocuparnos, ya que no suele afectar fuertemente aspectos de la vida social, profesional y familiar de la persona.

Dificultad para relacionarse: cuándo debo preocuparme

La dificultad para relacionarse empieza a ser preocupante cuando la situación social es vista por la persona como aterradora, bloqueándola y, a la larga, aislándola de su entorno. En este caso, el exceso de retraimiento puede ser una señal de fobia social.

La fobia social o ansiedad social es un trastorno de ansiedad, conocido como Trastorno de Ansiedad Social, caracterizado por manifestaciones como:
  • Temor intenso a ser observado y juzgado por los demás.
  • Preocupación por sentirse avergonzado, humillado o rechazado.
  • Temor intenso de interactuar o hablar con extraños.
  • Dificultad para hacer contacto visual con personas que no conoce.
  • Temor a que los demás se den cuenta de sus síntomas físicos como sudores, palpitaciones, temblores o que le tiemble la voz o sonrojarse.
  • Temor a “quedarse en blanco” a la hora de hablar con los demás o en público.
  • Anticipación del malestar intenso que puede llegar a sentir en las situaciones sociales.
  • Evitación de situaciones sociales que le causen vergüenza o ansiedad.

Para no sentir todo ese malestar, la persona acaba aislándose, lo que interfiere en su vida diaria y compromete su desempeño laboral, social, familiar y/o afectivo.

La dificultad para relacionarse también puede venir acompaña de:
  • Miedo
  • Depresión
  • Ansiedad
  • Agresividad
  • Baja autoestima
  • Irritabilidad
  • Mal humor
  • Angustia

En este caso, ya no se trata sólo de una dificultad para relacionarse, sino que podemos estar hablando de un problema psicológico de base.

Dificultad para relacionarse: cuando tus actitudes alejan a otras personas

Algunas de las manifestaciones citadas anteriormente como el mal humor, la irritabilidad o la agresividad son muy dañinas para las relaciones interpersonales y acaban por alejar a las personas y destruir cualquier tipo de relación, sea en el trabajo, en la familia, los amigos o la pareja.

Dificultad para relacionarse: cuándo pedir ayuda profesional

Si te has identificado con este artículo y crees que la ansiedad que sientes te está causando problemas en tu vida diaria como en el colegio, en el trabajo o con tus amigos, pareja y/o familiares, es hora de buscar ayuda profesional.

Dificultad para relacionarse: cómo me puede ayudar la terapia psicológica

La terapia psicológica te puede ayudar a las creencias irracionales y los diálogos internos negativos que tienes, enseñándote diferentes formas de pensar, comportarse y solucionar problemas de tu día a día. También te ayudará a sentirte menos ansioso/a en tus relaciones sociales. La terapia psicológica también te enseñará y practicará contigo habilidades sociales para que te sientas más confiado/a a la hora de relacionarte.

Estamos especializados, entre otras problemáticas, en todo lo relacionado a las relaciones interpersonales.

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¿Quieres saber un poco más sobre la dificultad para relacionarse? Estaremos encantadas de responder a cualquier pregunta que puedas tener sobre este asunto.

Sandra Ribeiro

Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

Profesora Asociada del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva

Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED

 

El Rol del Salvador: cómo salir del Triángulo Dramático 849 848 Sandra Ribeiro

El Rol del Salvador: cómo salir del Triángulo Dramático

El Rol del Salvador: cómo salir del Triángulo Dramático

¿Sientes que das más de lo que recibes? ¿Alguna vez has tenido la sensación de que se estaban aprovechando de ti? ¿Eres de las personas a las que les cuesta decir “no” cuando te piden un favor? ¿Te involucras tanto en los problemas de los demás que acaban siendo tus problemas? ¿Siempre estás disponible y dispuesto/a a ayudar?

Si has contestado con un rotundo SÍ a la mayor parte de estas preguntas, quizás te estés moviendo en el Rol del Salvador.

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Cuándo terminar una relación de pareja 849 848 Sandra Ribeiro

Cuándo terminar una relación de pareja

¿Cuándo terminar una relación de pareja?

Si crees que ya no quieres a tu pareja y no sabes por qué sigues manteniendo vuestra relación. Si no sabes si estás con tu pareja por pena, por dependencia, por vuestros hijos/as, por lo qué van a decir, por costumbre… Este artículo es para ti.

Si te estás preguntando si debes terminar o aguantar tu relación de pareja, la respuesta es sencilla, debes terminar. Cuando estamos en una relación de pareja “aguantando”, la probabilidad de que ésta no sea una relación saludable es alta.

La verdad es que las películas han hecho mucho daño a las relaciones de pareja. Nos han vendido y hemos internalizado creencias basadas en el amor romántico y que son muy perjudiciales. Nos enseñaron que somos medias naranjas en busca de nuestra otra mitad, que somos ángeles de una sola ala y necesitamos el otro ángel para volar, que solo seremos felices si encontramos nuestra alma gemela y etc., etc., etc.

Cuando basamos nuestros relacionamientos en las carencias, es decir, soy mitad y busco alguien que me complete, estamos buscando una relación por necesidad. Y, por necesidad, aceptamos y nos conformamos con cualquier tipo de relación. Cuando una relación de pareja está basada en las creencias del amor romántico, solemos aceptar e, incluso, interpretar como amor, la posesividad, los celos, el sacrificio, el “para siempre”, aunque ya no estemos felices.

Confundimos muchas veces el deseo de tener un amor en nuestra vida y la necesidad de que tiene que ser con esa persona, aunque hay muchos motivos para no estar juntos. Estos motivos generan incomodidad, inseguridad, falta de paciencia, entre otros.

¿Cuándo terminar una relación de pareja? Algunas señales de que no está funcionando

  1. Ya no te sientes amado/a: en una relación de pareja el amor debe ser recíproco en sentimiento y actitudes. Si sientes que tu pareja ya no te quiere, es hora de hablar sobre ello. Muchas veces, estamos confundidos/as porque nuestra pareja nos dice que nos quiere, pero está siempre ausente, no nos escucha, si hay un conflicto, pasa días sin dirigirnos la palabra, etc. Aquí debería haber una señal de alerta con luces de neón parpadeando. Si lo que dice y lo que hace es tan contradictorio, lo mejor que tienes que hacer es tapar los oídos y mirar las actitudes de tu pareja.
  2. Ya no existe respeto entre vosotros/as: uno de los pilares básicos de una relación saludable es el respeto, y aquí me refiero a cualquier tipo de relación. Además de los gritos e insultos, también son falta de respeto que tu pareja no te acepte como eres, no acepte tus ideas, no acepte tus decisiones, entre muchas otras cosas.
  3. No te sientes libre: la libertad es otro de los pilares de una relación de pareja saludable. Tener una relación es una elección, no estamos obligados/as a hacerlo ni vamos a ser infelices si no la tenemos. Sin embargo, esa elección debe ser realizada desde la madurez e independencia emocional. Si te sientes preso/a y/o coaccionado/a, esto no es amor.
  4. Hay infidelidad en vuestra relación: llegados a este punto, es importante decir que no siempre una relación está rota después de una infidelidad. Existen casos que el arrepentimiento verdadero con su consecuente cambio, pueden llevar a la reconstrucción de una relación saludable. En este caso, hay mucho que hacer para conseguir esta reconstrucción. Aunque también es muy importante resaltar que en los relacionamientos en que estar con otras personas no es una práctica acordada previamente, la infidelidad conlleva traición y falta de respeto, y recuperarse de ello puede producir mucho dolor.
  5. Necesitas que tu pareja haga cambios: cabe destacar que nadie cambia si no quiere. Insistir con tu pareja no le hará cambiar. Por tanto, si no puedes aceptar tu pareja como es ahora y necesitas que él cambie para sentirte bien, quizás no es la persona que buscas. Intentar que el otro haga cambios, especialmente en su estructura de personalidad, a la larga es desesperante y frustrante tanto para tu pareja como para ti.
  6. No te sientes en paz o tranquilo/a: aquí encontramos otro pilar básico de una relación de pareja y podría destacarlo como el punto principal. Cuando una relación es saludable, te sientes cómodo/a y tranquilo/a. Si no te sientes en paz, seguro/a, realmente a gusto en tu relación de pareja, tu relacionamiento no va bien.
  7. Tenéis valores muy diferentes: para que una relación de pareja funcione es importante tener una visión de la vida mínimamente compatible. Por ejemplo, si para ti la familia es lo más importante y para tu pareja lo más importante es el trabajo, seguramente vais a tener momentos especialmente complicados.
  8. La comunicación entre vosotros/as es inadecuada o ausente: si no hay una buena comunicación entre vosotros/as o simplemente la comunicación es inexistente, el vínculo se deteriorará muy rápido y generará conflictos inasumibles.
  9. Existen comportamientos abusivos: se considera que hay abuso cuando existe violencia. Sin embargo, muchos creemos que, si no hay una conducta de violencia física, no hay violencia. La violencia también puede ser psicológica, emocional, sexual, económica, social, entre otras.
  10. No sois compatibles sexualmente: en este punto, es importante decir que no hablamos de tener muchas o pocas relaciones sexuales, sino de tener un estilo parecido sobre las relaciones sexuales. Lo que es consensuado entre vosotros/as, es lo que será más adecuado y saludable para la pareja.

Construyendo una relación de pareja saludable

Si te has identificado con varios de los puntos anteriores, quizás tengas que hablar con tu pareja y replantear vuestra relación.

  • Es importante no tomar ninguna decisión impulsiva. Es recomendable pensar con claridad y sopesar la decisión.
  • No adíes esa conversación. Tu pareja no es adivina y, quizás, seguirá pensando que todo está bien.
  • No te sientas culpable. Tu pareja será capaz de gestionar lo que le tienes que decir de manera asertiva. Recuerda los motivos que te llevaron a esa decisión. Tú, tu pareja y tus hijos necesitan estar en paz para ser felices.

Si tienes dudas sobre tu relación o si has decidido terminarla y no te ves capaz de hacerlo solo/a, te podemos ayudar. Estamos especializados, entre otras problemáticas, en todo lo relacionado a las relaciones de pareja.

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Madres narcisistas 808 808 Sandra Ribeiro

Madres narcisistas

Madres narcisistas y su impacto en las relaciones familiares

En el complejo tejido de las relaciones familiares, el rol materno desempeña una función de vital importancia. Sin embargo, cuando una madre enfrenta el desafío de un trastorno narcisista, esta dinámica puede ejercer un impacto profundo sobre sus hijos y las conexiones cercanas. En este artículo, adentraremos en el tema de las madres narcisistas, explorando cómo sus comportamientos pueden generar resonancias emocionales en sus hijos e influir en el entorno familiar en general. Investigaremos las características del narcisismo materno patológico, analizaremos cómo esta faceta se manifiesta en las interacciones cotidianas y proporcionaremos herramientas para identificar sus efectos en las relaciones cercanas. Además, ofreceremos estrategias concretas para abordar esta dinámica disfuncional, construyendo vínculos más saludables y significativos para todas las partes involucradas.

Origen del término «narcisismo»

Antes de adentrarnos en el mundo de las madres narcisistas, es valioso comprender el origen del término ‘narcisismo’. Su origen está en el mito de Narciso, un personaje de la mitología griega, que aparece en las historias transmitidas por Ovidio en su obra «Las Metamorfosis». En esta historia, Narciso era un joven extremadamente guapo y atractivo, y como resultado, desarrolló una vanidad desmesurada, despreciando a todos aquellos que se enamoraban de él. Un día, mientras se encontraba junto a un río, quedó hipnotizado por su propio reflejo en las aguas y se enamoró perdidamente de su propia imagen. Incapaz de alejarse de su propio reflejo, finalmente terminó ahogándose.

Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, popularizó el término al utilizarlo para describir un tipo de personalidad que se centra en el ego y la satisfacción de sus propias necesidades y deseos, en detrimento de las relaciones con los demás. Desde entonces, el término «narcisismo» se ha utilizado para describir una variedad de comportamientos y actitudes relacionadas con un exceso de autoenfoque y autoadmiración.

Según el profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard, Andrew P. Morrison, un nivel razonable de narcisismo en adultos es saludable, ya que equilibra las necesidades individuales con las necesidades de los demás. Sin embargo, el narcisismo puede manifestarse también de manera patológica, asociado a trastornos como el Trastorno de la Personalidad Narcisista, que puede afectar a diversos tipos de relaciones. En el contexto familiar, tanto padres como madres, así como hijos e hijas, pueden exhibir rasgos narcisistas.

 El perfil de la madre narcisista

El término ‘madre narcisista’ señala a aquella figura materna que padece un narcisismo patológico. Este perfil se distingue por una arrogancia innata y una autoimagen excesivamente elevada, demandando admiración incesante y sosteniendo la creencia en su superioridad sobre los demás. Arrastrando una autoestima frágil que anhela validación externa, constantemente busca reafirmarse a sí misma mediante presunciones de sus propios méritos. Como resultado de estas características, las madres narcisistas engendran pautas de comportamiento abusivas que arrojan una sombra negativa sobre la salud mental de aquellos que comparten su entorno.»

Madres narcisistas: su impacto en las personas y relaciones cercanas

El tema de las madres narcisistas permanece en gran medida en la sombra de la sociedad, de tal forma que la disponibilidad de material al respecto es escasa.

Frecuentemente, se mitifica a las madres como seres venerados e inigualables, pero esta perspectiva puede velar una realidad mucho más intrincada. La imagen de la madre elevada a la categoría de figura divina, respaldada por un amor incondicional, puede encubrir el narcisismo materno que, en su forma más potente, puede adoptar manifestaciones agresivas, manipuladoras e incluso destructivas para aquellos que comparten su espacio con la madre narcisista.

El narcisismo materno, cuando alcanza niveles patológicos, constituye una problemática seria que no debería ser marginada, trivializada o idealizada. Aunque el narcisismo representa un componente natural en el desarrollo humano, puede convertirse en una fuerza altamente perjudicial para el individuo y sembrar discordia en las relaciones cercanas si no se aborda de manera adecuada.

Madre narcisista: Características

  1. Conducta Abusiva: Impulsada por la creencia de que su título de ‘Madre’ le confiere inmunidad y prerrogativas especiales, la madre narcisista ejerce un abuso psicológico, verbal y emocional (e incluso, en ocasiones, físico) sobre su hijo/a, con el fin de reafirmar su superioridad. Este comportamiento se origina en su incapacidad para cultivar amor y aceptación hacia sí misma.
  2. Rigidez Inflexible: Aunque pueda expresar ideas infantiles o incoherentes, la madre narcisista muestra una inflexibilidad absoluta en su interpretación de los mensajes que emite. No tolera que sus opiniones sean cuestionadas ni refutadas.
  3. Desafíos Identitarios: La personalidad narcisista, al carecer de una base sólida, presenta una autenticidad fragmentada en todos los aspectos de su vida. Esta carencia de una identidad definida la conduce a una constante búsqueda de orientación y dirección personal.
  4. Autoestima Frágil: No existe tarea más sencilla que herir los sentimientos de una madre narcisista. Su concepción distorsionada de la autovaloración y el amor propio la convierten en una presa fácil. Esta persona se visualiza solo a través de los ojos de los demás, encontrando valor en el reconocimiento ajeno. Su percepción de autovalía depende exclusivamente de logros, apariencia física, habilidades excepcionales, popularidad, admiración, elogios y posición económica o social. Al depender completamente de la validación externa, solo se acepta a sí misma cuando es validada por otros o cuando alcanza éxito absoluto en todas sus empresas, destacándose de alguna forma.
  5. Egocentrismo Desmedido: La madre narcisista se niega rotundamente a reconocer cuando alguien necesita ayuda o apoyo emocional. Invariablemente, subestima e ignora conscientemente el dolor de su hijo/a, mientras insiste en que su hijo/a se dedique incondicionalmente a satisfacer sus propias necesidades. Este enfoque egocéntrico impide que la madre narcisista forje vínculos afectivos auténticos con cualquier persona, incluso con su propio/a hijo/a. Su comportamiento es frío, seco y distante cuando el foco no recae en su propio estado emocional o necesidades.
  6. Búsqueda Obsesiva de la Perfección: Todo lo que emprende la madre narcisista debe cumplir los estándares más elevados de excelencia. Sin embargo, esta actitud perfeccionista no surge de la confianza en sí misma, sino de una profunda inseguridad. Cuando no logra mantener sus reglas y expectativas, o cuando no es objeto de alabanza, experimenta una autocrítica negativa y autoanuladora. El perfeccionismo de la madre narcisista resulta agotador, haciéndose sentir insignificantes y menospreciados a quienes la rodean.
  7. Ciclo de Disfunción Familiar: Las personalidades narcisistas a menudo provienen de entornos familiares disfuncionales y, asimismo, las familias conformadas por una madre narcisista tienden a serlo. Bajo la influencia directa de una madre narcisista, es casi imposible mantener una dinámica familiar armoniosa y funcional. Ella manipula a quienes la rodean para satisfacer sus propios intereses. Utiliza su estatus de madre para favorecer a un hijo en particular, el “niño dorado”. Este/a hijo/a es el que muestra mayor disposición a acatar sus demandas sin protestar, sembrando sutiles manipulaciones que generan conflictos entre hermanos/as, especialmente hacia el/la hijo/a “oveja negra”.
  8. Sometimiento: Relacionarse con un narcisista, ya sea una madre, padre, «amigo/a», colega o pareja, implica someterse a la tiranía de su ego insaciable y despiadado. Este tipo de relación conlleva una vida caracterizada por la autoanulación, el sometimiento, el chantaje emocional, la codependencia, las mentiras, el maltrato emocional y, en ocasiones, físico.
  9. Siembra de Discordia: La madre narcisista, al estar perpetuamente insatisfecha consigo misma, provoca conflictos innecesarios para aliviar su propia confusión emocional interna. Raramente opta por el diálogo y la comprensión, en lugar de ello, sostiene una actitud intransigente y obstinada que propicia la perpetuación de desacuerdos y discordias en lugar de fomentar la armonía.
  10. Comportamiento inmaduro:Los narcisistas, con el tiempo, no experimentan una evolución significativa, lo que conlleva a que manifiesten conductas propias de niños obstinados o adolescentes inseguros. En lugar de abogar por sus puntos de vista de manera racional, madura y centrada, recurren a tácticas de intimidación, discusiones, conflictos y manipulación emocional para persuadir a los demás a servir a sus intereses, deseos y caprichos.
  11. Carencia de Responsabilidad: Para la madre narcisista, cualquier acontecimiento adverso es completamente ajeno a su influencia. Su intolerancia hacia la admisión de errores o equivocaciones es patente. Por lo tanto, constantemente busca agravios ajenos para cargar con las consecuencias de sus propias derrotas. Incluso cuando es consciente de su comportamiento abusivo y causa daño, raramente ofrece disculpas. Su constante búsqueda por corresponder a expectativas perfeccionistas, idealistas e irrealistas a menudo desemboca en la necesidad de encontrar un culpable exterior por sus fracasos.
  12. Necesidad de ser el centro de atención: En cualquier contexto o evento, la madre narcisista no puede evitar exhibir una necesidad de ser el centro de atención. Su sensación de superioridad se manifiesta de manera exagerada, lo que la lleva a exigir un trato preferencial. Este rasgo se evidencia también en su estilo de comunicación y sus acciones, denotando un tono de arrogancia en todas sus facetas.

Madres narcisistas y depresión

Es relevante subrayar que el perfil de una madre narcisista conlleva una inclinación hacia la depresión. Esta dimensión puede parecer paradójica, ya que la madre narcisista exhibe una fachada de superioridad y control en público. Sin embargo, en su interior, lleva una herida abierta en su autoestima. La realidad que atañe a la auténtica faceta de su personalidad la convierte en una candidata propensa a la depresión. Es común observar una inclinación marcada hacia la autocrítica y el menosprecio de sí misma, acompañados por una persistente aversión hacia su propio ser. Además, su incapacidad para cultivar amor propio y autocompasión perpetúa los sentimientos de autorrechazo.

Una de las principales problemáticas de las personalidades narcisistas, como por ejemplo las madres narcisistas, radica en que rara vez buscan ayuda terapéutica. Al negar sus propias vulnerabilidades o la existencia de problemas psicológicos y emocionales, transcurren sus vidas envueltas en la insatisfacción, achacando siempre la culpa a los demás. A medida que su descontento se extiende y afecta sus relaciones, en ocasiones de manera irreparable, suelen quedar atrapadas en episodios depresivos.

Ser hijo/a de una madre narcisista constituye uno de los desafíos más complejos y dolorosos que una persona puede afrontar. Esto se debe a que la madre narcisista se resiste tenazmente a reconocer y respetar la individualidad, autonomía, preferencias y necesidades de sus hijos/as. La dinámica de esta relación solo parece «funcionar» cuando el/la hijo/a se somete completamente a su control y a la manipulación psicológica que ejerce sobre él.

Soy hijo/a de una madre narcisista. ¿Qué debo saber?

  1. El Cambio es un Desafío: Es crucial comprender que el cambio en tu madre es improbable. Las personas solo cambian cuando reconocen esa necesidad. La madre narcisista, en cambio, sostiene una certeza firme en su propia perspectiva, donde cualquier desacuerdo, cualquier punto de vista que esté alejado de “su verdad”, se convierte en una batalla. Las personalidades narcisistas tienden a ver las situaciones en blanco y negro, sin matices, “o estás conmigo o estás contra mí”. En este contexto, tu capacidad para tomar decisiones como un adulto independiente cobra vital importancia. Aunque puede brindarte consejos y compartir su punto de vista, es fundamental que te defiendas de imposiciones y respetes tus elecciones.
  2. Evolución Negativa: A menudo se escucha que el tiempo todo lo cura. Sin embargo, en este caso, esa idea no se aplica. Con el paso del tiempo, estas relaciones abusivas no mejoran, sino que tienden a empeorar. Las madres narcisistas y los narcisistas en general perfeccionan su habilidad de manipulación con la edad, sintiéndose menos obligados a disimular su comportamiento.
  3. La Carencia de Amor: Un conocimiento doloroso pero esencial es que las madres narcisistas carecen de la capacidad de amar. Su incapacidad de amarse a sí mismas refleja en su inhabilidad para amar a los demás. Como suele decirse, uno solo puede dar lo que posee. Si su interior alberga rabia, amargura y resentimiento, solo podrá entregar eso. En otras palabras, no puedes extraer jugo de uva de una naranja, no importa cuánto lo intentes.
  4. La Idea de «Salvar»: Existe la idea errónea de que brindar amor y cuidado constante a una madre narcisista puede «salvarla». Lamentablemente, esta perspectiva no aplica con esta clase de personalidad, ya que las madres narcisistas raramente están dispuestas a cambiar.
  5. Nutrición del Dolor: Las madres narcisistas, así como las personalidades narcisistas en general, encuentran satisfacción en el dolor de sus víctimas. Este comportamiento retorcido se traduce en hacer que te sientas inferior para elevar su propia superioridad, desestabilizarte para sentirse en equilibrio, y tomar el control al provocar tu enfado y pérdida de compostura. Es una dinámica realmente perversa.

Los niños/as, naturalmente en búsqueda de la aprobación materna, anhelan ser vistos, aprobados, aceptados y amados. Sin embargo, los hijos/as de madres narcisistas pasan sus vidas tratando de cumplir con los altos estándares exigidos por ellas para obtener aprobación y una forma retorcida de «amor».

Si crees que tu madre es narcisista y quieres curar las heridas de esta relación disfuncional, además de implementar cambios positivos y adquirir herramientas para lidiar con la situación,

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Infidelidad. Mi pareja me ha sido infiel 849 848 Sandra Ribeiro

Infidelidad. Mi pareja me ha sido infiel

Infidelidad. El descubrimiento de una infidelidad es capaz de transformar cualquier relación amorosa, ya sea de noviazgo o matrimonio. La infidelidad en una relación es uno de los momentos más difíciles, si no el peor, de aceptar y superar. La vida de la pareja puede cambiar para bien o empeorar considerablemente, pero seguro que, difícilmente, volverá a ser la misma. Por lo tanto, es importante no caer en un estado de negación y enfrentar los hechos para resolver la situación.

La infidelidad siempre va acompañada de mucho dolor por parte de quien la sufre. Los sentimientos de negación conducen a una profunda tristeza que parece imposible de superar.

Es normal, en este punto, que surjan todo tipo de dudas, incertidumbres e inseguridades. La persona se siente inferior y empieza un proceso de comparación e, incluso, autodevaluación. En muchas ocasiones, pensamos que algo en nosotros no va bien, que no fuimos capaces de hacer feliz a nuestra pareja, que ya no nos cuidamos como antes y ya no tenemos la misma chispa. Todo ello, genera sentimientos de culpa y miedo.

Descubrir una infidelidad es un momento muy desalentador en el que automáticamente se rompe un vínculo, un acuerdo de confianza. Esa ruptura, es una ruptura traumática que puede desencadenar en procesos mentales y emocionales difíciles de afrontar. Además, pueden dar inicio a trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad.

¿Perdonar o no perdonar una infidelidad?

Esta es una duda muy común en quienes pasan por una situación tan delicada. Pero, ¿es realmente posible perdonar?

Es importante pensar que el perdón no debe confundirse con ser indiferente a lo sucedido o incluso con aceptar de vuelta a la persona. El perdón debe verse como liberarse del dolor para tener una vida ligera y plena. Con el perdón, tienes la posibilidad de seguir delante de manera sana, sea con la persona o sin ella.

¿En qué puede ayudar la terapia psicológica a una persona que ha sufrido una infidelidad?

Cuando la persona que sufrió la infidelidad se pregunta “por qué me ha engañado mi pareja”, hay una búsqueda de razones elaboradas que le ayuden a resolver y, tal vez, puedan ayudarla a detener el impulso de su pareja de ser infiel. Existe una búsqueda de un historial de sufrimiento de su pareja que le puede justificar que haya actuado así. Cualquier cosa sirve para que le resulte más fácil estar en paz consigo misma después de haber pasado por una infidelidad.

En la gran mayoría de las infidelidades, no hay grandes explicaciones que ayuden a entender por qué ha ocurrido. Tampoco explicaciones que ayuden a saber si seguirá ocurriendo o si fue un caso aislado.

El trabajo psicológico y emocional con una persona que ha sufrido una infidelidad, le ayudará a entenderse a sí misma en esta situación, a gestionar la montaña rusa de emociones que está sintiendo, a recolocar la figura de su pareja en su vida, separados o no. Es muy común que la persona traicionada sienta culpa, puede creer que no estuvo lo suficientemente atenta con su pareja y esto llevó al otro a buscar fuera de la casa lo que no pudo encontrar dentro. Todas esas creencias que le cargan con una inmensa sensación de culpabilidad, entre muchas otras cosas, también son trabajadas en terapia.

¿La persona que fue infiel puede pedir ayuda psicológica?

Sí. No sólo la persona que ha sido traicionada como también la persona que fue infiel pasa por un proceso de duelo con la pérdida de la relación. Sea porque la relación ya no será la misma, sea porque hay una separación temporal o definitiva de la pareja, una separación de los hijos… Muchas veces, la persona que ha sido infiel tiene la necesidad de entender lo que pasó, porqué pasó y entenderse a sí misma en toda esa dinámica.

El papel del psicólogo/a en terapia por un problema de infidelidad

Quizás te cueste admitir que tu pareja te ha sido infiel o que tú has sido infiel a tu pareja. Sin embargo, para superar un episodio tan traumático, muchas veces, es necesario ayuda profesional.

El papel del psicólogo/a es ayudar a las personas, no juzgarlas. Cada persona lleva consigo un bagaje de experiencias que le condiciona en muchas situaciones y, entenderlas es necesario para encontrar las respuestas que buscas.

Recuerda que las relaciones pasan por las más diversas pruebas a lo largo del tiempo y que estas pruebas son inevitables, ya que son dos personas con personalidades, comportamientos e historias de vida diferentes.

Lo que realmente importará después de todo esto es superar los momentos difíciles con respeto, valentía y dignidad.

Sea a través de una terapia individual, si eres la persona que ha sufrido la infidelidad o la que ha sido infiel. Sea a través de una terapia de pareja, porque habéis decidido daros una oportunidad, si crees que no puedes superar esa situación solo/a, estamos aquí para ayudarte.

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Adolescencia: ¿mi hijo/a necesita un psicólogo? 849 848 Sandra Ribeiro

Adolescencia: ¿mi hijo/a necesita un psicólogo?

Adolescencia: ¿mi hijo/a necesita un psicólogo?

La adolescencia es un período de transición y descubrimiento en la vida de nuestros niños/as. Solemos escuchar que la adolescencia es una fase difícil, complicada, de rebeldía, y de cuantos más adjetivos encontremos que den cuenta de nuestra dificultad para afrontar esa fase tan compleja de la vida de nuestros hijos/as.

Hasta hace poco, este ser adolescente era un/a niño/a, cuyas únicas preocupaciones eran jugar y sacar buenas notas en la escuela, notas que servían de “trofeo” para sus padres y de prestigio entre profesores y compañeros.

Adolescencia: cómo lidiar con los cambios

Hoy no son niños/as, no son adultos, están en el limbo de la identidad. Sin embargo, están obligados a tomar decisiones y asumir la responsabilidad por ellas, pero solo algunas decisiones, “no son adultos para decidirse por sí mismo”. Hay mucho por gestionar y entender: cuerpo en transformación, elecciones por hacer, resignificación, cambios… ¿Quién soy? ¿a dónde iré? ¿hombre o mujer? ¿adulto o niño/a? ¡Qué angustia! “Mis padres quieren que les cuente todo, pero cuando lo hago me castigan por lo que hice. Mejor lo cuento a mis amigos”. “Mis padres quieren tener una buena comunicación conmigo, pero sólo yo hablo. ¡Eso parece un interrogatorio!”

El proceso suele ser desafiante tanto para los adolescentes como para los padres, ya que implica la “desidealización” del adolescente hacia la imagen de sus padres como forma de minimizar el sentimiento de pérdida de las ilusiones infantiles y alejarse de todo lo que significa ser niño/a. Por tanto, hay una separación inevitable de la figura paterna/materna, y el adolescente se enfrenta a ella de una forma en la que no hay retorno. Pero ¡tranquilos papá y mamá! Esa separación no pasa de una transformación en una relación más adulta. Es importante recalcar este punto, ya que la elaboración de esa transformación la hace el adolescente y no los padres, aunque éstos pueden contribuir para que el proceso sea lo más tranquilo y sano posible.

Estrategias necesarias entre padres/madres y adolescentes

Comunicación

Cuando nuestro hijo/hija llega a la adolescencia, todos los problemas que nos tienen agotados como, por ejemplo, los problemas de disciplina, las tan temidas pataletas, las negociaciones eternas, el incumplimiento de los acuerdos alcanzados, la transgresión de las normas, las discusiones sin fin y otros problemas de convivencia, se agravan o se perciben como más intensas.

Es primordial una comunicación asertiva y con límites claros para que los adolescentes puedan pasar por esa fase de su vida de la forma más sana posible y que nosotros como padres/madres no envejezcamos más de lo necesario.

Autocontrol

Autocontrol. ¡Qué difícil es autocontrolarse cuando se tiene un hijo/a adolescente! ¡Sí, es cierto! Sin embargo, podemos aprender herramientas para utilizar los momentos estresantes de nuestros adolescentes de forma deliberada como oportunidades de ayudarles a perfeccionar su pensamiento crítico, su forma de razonar, cómo gestionar sus emociones. Con las estrategias apropiadas, aprenderás a usar tu propia contención y tranquilidad para solucionar un conflicto como forma de enseñarle a autorregularse en sus propias emociones de frustración y de enfado cuando las conversaciones no discurren como ellos desean.

Autonomía

“¡Mi hijo/a ya no me necesita!” ¡Tranquilo/a, eso no es de todo cierto!

Nuestros adolescentes están probando cosas nuevas, están intentando construir su propia identidad y, para ello, tienen que alejarse de todo lo que conocen y que les recuerden los niños que son. Empiezan a cambiar la forma de vestir, de hablar, las músicas que escuchan, el color del pelo… Sin embargo, todo ello solo es una apariencia transitoria. Tu hijo/a te sigue queriendo, te sigue necesitando, sigues siendo su referencia más fiable en los asuntos importantes. Quizás no estés en la última moda o no sepas todo de tecnología, pero no pasa nada, en los asuntos importantes tienen que confiar que pueden contar contigo y tú siempre estarás ahí.  Prueba a contar cosas de tu vida a tu hijo/a más que a preguntar. Cuenta qué tal te ha ido hoy en el trabajo; si te has enfadado con un amigo, si crees que hay algo que piensas que puede ser comprendido por tu hijo/a, hazle partícipe de tus dudas… Así, tú hijo/a se sentirá que cuentas con él/ella y sentirá que también puede contar contigo.

¿Qué puede esperar un adolescente de su psicoterapia?

La psicoterapia le puede ayudar a desarrollar habilidades sociales. Estas habilidades son herramientas que le permiten moverse mejor en tu entorno, con su familia, con sus iguales, en sus relaciones afectivas, así como le ayudan a solucionar situaciones conflictivas. Además, la psicoterapia también le ayudará a identificar sus emociones desagradables y sus creencias dañinas, y cambiarlas por creencias más adecuadas y adaptativas.

¿La psicóloga contará a mis padres lo que hablo durante la psicoterapia?

No. En la psicoterapia con adolescentes, conviene recordar que el paciente no es la familia, a pesar de ser solicitada en ocasiones. Esto significa que se protegen los principios éticos de confidencialidad, y no se transmite a los padres lo dicho por el adolescente durante las sesiones, a menos que el contenido traiga riesgos para el paciente o para los demás, y esto se comenta con el paciente en la primera sesión. Es decir, tu psicóloga tiene la obligación de mantener el secreto profesional. Tus padres siempre estarán informados de tus progresos, tu psicóloga les apoyará con pautas para que se puedan comunicar mejor contigo, pero los detalles de tu terapia solo pertenecerán a ti y a tu psicóloga.

No tienes que entrar en temas que no quieras. Tu psicóloga siempre va a respetar tu ritmo y cuando estés preparado/a para hablar, ella estará ahí para escucharte y ayudarte a gestionar lo que necesites.

Los principales problemas psicológicos en la adolescencia:

  • Ansiedad en la adolescencia
  • Bullying
  • Depresión en la adolescencia
  • Baja autoestima
  • Problemas a nivel de rendimiento escolar
  • Agresividad y conductas violentas
  • Divorcio/separación en la familia
  • Problemas en sus relaciones familiares, afectivas y/o con sus iguales
  • Trastornos alimentarios
  • Adicciones a las redes sociales y/o determinadas sustancias
  • Relaciones tóxicas
  • Dependencia emocional
  • Dificultad para decir no y para poner límites
  • Uso problemático de las nuevas tecnologías

¿Mi hijo/a necesita ir al psicólogo?

Como padres y madres es difícil aceptar que nuestro hijo/hija necesita ayuda psicológica especializada. Para facilitar la identificación de que algo pasa y que es necesario acudir a un psicólogo, os dejamos una serie de señales:

  • Sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.
  • Problemas para dormir (insomnio o duerme demasiado)
  • Irritabilidad frecuente con brotes repentinos de ira.
  • Cambios de humor repentinos.
  • Evitación y aislamiento.
  • Se involucra en actividades ilegales.
  • No disfruta de actividades que antes le gustaba.
  • Consumo de alcohol y/o drogas.
  • Autolesiones y/o conductas de riesgo.
  • Problemas con las notas escolares, la asistencia y/o las tareas.
  • Cambios en amigos o actividades.
  • Problemas con la alimentación: no tener hambre o comer más de lo habitual, no comer con la familia.

Cómo podemos ayudarte

En el Centro de Psicología Sandra Ribeiro tenemos profesionales especializados en psicoterapia con adolescentes. Esta psicoterapia servirá para que el/la adolescente tenga un espacio seguro para expresar sus emociones, hablar abiertamente de cómo se siente, discutir sobre las situaciones que le afligen y ser escuchado.

Nuestra psicoterapia con el/la adolescente le ayudará a comprender lo que está sintiendo y a conocerse mejor, así como a expresar sus emociones, gestionándolas de forma sana y adaptativa. También le ayudará a relacionarse con los demás, gestionando mejor las dificultades y evitando conflictos innecesarios.

Trabajamos con el adolescente para mejorar su expresión emocional, su autoestima, la comunicación con su familia, su autoconcepto, sus habilidades sociales, su autonomía, entre otros.

Si crees que no puedes hacerlo solo/a, estamos aquí para ayudarte.

 

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Sandra Ribeiro

Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

Profesora Asociada del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva

Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED

 

 

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Habilidades Sociales 849 848 Sandra Ribeiro

Habilidades Sociales

Habilidades Sociales

Las habilidades sociales están presentes en nuestro día a día, ya sea en el ámbito laboral, escolar, familiar, en el tráfico, en definitiva, en todas las situaciones donde las relaciones interpersonales sean necesarias.

¿Qué son las habilidades sociales?

En la práctica, las habilidades sociales son un conjunto de competencias que podemos desarrollar y adoptar como herramientas para conectar e interactuar con las personas que nos rodean. En otras palabras: son las habilidades que tenemos para relacionarnos con los demás, expresando nuestros deseos y opiniones, sin causar malestar.

Estas habilidades sociales se van transformando con el tiempo y las adquirimos a través de nuestras relaciones e interacciones con el mundo. Cuanto más se desarrollan las habilidades sociales, más herramientas podemos utilizar para establecer interacciones saludables y placenteras con los demás.

Las personas que saben comunicarse bien y se comportan de manera asertiva, afectuosa y cordial, tienen más éxito en las relaciones interpersonales, sufren menos y marcan una diferencia muy positiva en sus círculos sociales.

¿Para qué sirven las habilidades sociales?

La importancia de las habilidades sociales es innegable. Son fundamentales en nuestro día a día, ya que aportan bienestar y calidad de vida, además, facilitan el desarrollo y mantenimiento de una sana autoestima. Por el contrario, las personas con escasas habilidades sociales pueden experimentar estrés, incomodidad y, a menudo, emociones negativas (frustración, ira, sentimientos de rechazo o desvalorización, entre otras).

¿Las habilidades sociales nacen o se hacen? ¿Cómo desarrollarlas? ¿Cuándo se necesita la ayuda de un psicólogo?

Es verdad que hay personas que parecen tener un talento innato para las habilidades sociales, pero ese talento no es suficiente si no lo practicamos, es necesario su desarrollo y entreno. Por eso, las habilidades sociales nacen, pero sobre todo se hacen.

En todas las edades, necesitamos las habilidades sociales para relacionarnos con éxito. Entre los niños, esta habilidad se puede poner en juego cada vez que disputan un juguete o piden la atención de los padres. Entre los adolescentes, la pertenencia en un grupo de iguales y, muy importante, el saber decir NO, son sólo algunos ejemplos. Ya entre los adultos, la demanda puede ser, por ejemplo, en el entorno laboral: ¿Quién no ha perdido nunca un ascenso o de alguna manera ha perdido una oportunidad laboral porque había alguien con mayor poder de persuasión? En el entorno de las relaciones afectivas, no saber comunicar con asertividad a nuestra pareja es un frecuente motivo de consulta psicológica.

Hoy en día, los adultos agresivos, demasiado tímidos, autoritarios y groseros no son bien aceptados en las relaciones interpersonales. Asimismo, aquellos a los que les cuesta decir NO, tampoco son bien vistos.

Ejemplos de habilidades sociales

Algunas de las habilidades sociales importantes para poder mantener relaciones interpersonales saludables y de calidad son:

  • Empatía: se trata de la capacidad de reconocer sentimientos de otras personas, identificarse con el otro, ponerse en su lugar y expresar apoyo desde la perspectiva de los demás.
  • Asertividad: es la capacidad de expresar las propias opiniones y pensamientos desde el respeto, es manifestarse de forma equilibrada, realizando bien la crítica y reconociendo los errores, teniendo siempre en cuenta la defensa de los propios derechos.
  • Respeto: es la capacidad de tolerar a las personas, sus opiniones, sus pensamientos y sus acciones, aunque esos pensamientos, opiniones y demás no sean compartidos.
  • Escucha activa: es la capacidad de escuchar atentamente a otras personas, demostrando que están siendo escuchadas.
  • Negociación: es la capacidad de negociar con otros sobre diferentes intereses o beneficios específicos, de modo que todas las partes de la negociación se beneficien.
  • Habilidades comunicativas y expresivas: es la capacidad de comunicar y expresar los propios sentimientos en relación con determinadas situaciones. Además, la comunicación también incluye la capacidad de escuchar a otras personas, pudiendo establecer conversaciones satisfactorias.
  • Comprensión: es la capacidad para comprender situaciones sociales y personales y responder a ellas de manera asertiva.
  • Autocontrol: es la habilidad para comprender e interpretar sentimientos particulares y responder a ellos controlando los propios impulsos.
  • Resolución de conflictos: es la capacidad para comprender la realidad de un conflicto y buscar alternativas para resolverlo, evitando la agresión. Una buena manera de resolver un conflicto puede ser la negociación.
  • Inteligencia emocional: es la capacidad para comprender y gestionar nuestros sentimientos y, en consecuencia, nuestras reacciones.

TIPS para entrenar las habilidades sociales

  1. Saber expresarse: intenta transmitir tus mensajes, tanto verbales como corporales, de manera amable y asertiva, sin juzgar a los demás, evitando la agresividad.
  2. No juzgues: tener una mente abierta, libre de juicios, estereotipos y prejuicios nos ayuda a mejorar nuestra capacidad de adaptación a diferentes entornos.
  3. Aprende a escuchar: muchas veces, nuestro interlocutor nos dice que no le hemos escuchado o nosotros percibimos que no nos quedamos con lo que nos han dicho. Esto es porque, mientras el otro hablaba, estábamos pensando en otra cosa o simplemente formulando nuestra respuesta. Aprende a escuchar activamente y comienza a notar que las conversaciones son más placenteras y enriquecedoras.
  4. Gestiona tus emociones: quien tiene inteligencia emocional sabe reconocer sus posibles momentos de tensión, sus fortalezas y debilidades emocionales ante las situaciones, pudiendo así elegir mantenerse o dejar una conversación o situación.
  5. Se educado: la amabilidad y la cordialidad son características importantes en cualquier relación. Aunque no parezca una premisa difícil de tener, la educación es muchas veces un factor que nos diferencia en una sociedad.
  6. Asertividad: tal vez no sepas exactamente qué es lo que nos hace asertivos, pero imagínate en una situación en la que las opiniones difieren de las tuyas, en la que reaccionas expresando tu opinión de manera adecuada, sin lastimar ni juzgar a nadie, y respetando las opiniones de los demás. Sí, eso es ser asertivo.
  7. Saber negociar: saber negociar no es solo una habilidad profesional, también necesitarás negociar muchas decisiones en tu vida personal. La negociación puede terminar con el conflicto y hacer que tus relaciones sean más armoniosas.

Entrenando las habilidades sociales

  • Haz y responde preguntas
  • Elogia y acepta elogios
  • Pedir y dar feedback
  • Inicia y mantiene conversaciones
  • Di “por favor”
  • Agradece
  • Saluda
  • Despídete
  • Expresa una opinión
  • Acepta y rechaza favores
  • Discúlpate

Si crees que no puedes hacerlo solo/a, estamos aquí para ayudarte. Trabajamos con habilidades sociales en niños, adolescentes y adultos. También trabajamos la comunicación asertiva en parejas.

“Relacionarse bien con los demás, sin conflictos y creando un ambiente sano y agradable es un arte”

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¿Quieres saber un poco más sobre la dificultad para relacionarse? Estaremos encantadas de responder a cualquier pregunta que puedas tener sobre este asunto.

Sandra Ribeiro

Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

Profesora Asociada del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

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Perfeccionismo: una epidemia social 849 848 Sandra Ribeiro

Perfeccionismo: una epidemia social

Perfeccionismo: una epidemia social

El perfeccionismo es un rasgo de personalidad que se caracteriza por una búsqueda incesante de la perfección y el establecimiento de estándares de desempeño personal extremadamente altos, acompañados de evaluaciones muy críticas del propio comportamiento, asociadas con el miedo al fracaso (Flett y Hewitt, 2002).

Burns (1980a) describe a las personas con rasgos perfeccionistas como personas que establecen estándares demasiado altos y poco realistas, adhiriéndose a estos estándares de manera rígida e inamovible. Además, su autoestima está condicionada al logro de estos estándares.

Formas de Perfeccionismo

Podemos encontrar dos formas de perfeccionismo: el perfeccionismo adaptativo y el perfeccionismo desadaptativo o clínico. En el perfeccionismo adaptativo, aunque la persona establece altos estándares de desempeño, existe una baja discrepancia entre estos estándares establecidos y los logros alcanzados, mientras que, en el perfeccionismo desadaptativo o clínico, aunque también se establecen altos estándares de desempeño, en este caso, existe una alta discrepancia entre éstos y la percepción de logro (Rice, Ashby y Slaney, 2002).

Es importante resaltar que sólo el hecho de establecer altos estándares personales no es en sí mismo desadaptativo. Más bien, la tendencia a la autocrítica es la que contribuye al mantenimiento del perfeccionismo clínico. Son varios los estudios que proponen el rasgo de personalidad autocrítica como elemento central en el mantenimiento del perfeccionismo desadaptativo o clínico.

No nos podemos olvidar que en el perfeccionismo la exigencia de un alto grado de desempeño no siempre es sólo hacia uno mismo, sino también hacia los demás. Las personas con rasgos perfeccionistas pueden sentir como un ataque el hecho de que otra persona no cumpla con los mismos, irrazonables y desproporcionados, niveles de exigencia que se han autoimpuesto.

Esta exigencia se refleja principalmente en el área académica y laboral, aunque también la encontramos en el área personal como, por ejemplo, en la apariencia física.

Perfeccionismo y Salud Mental

Las personas perfeccionistas tienen un miedo abrumador a cometer errores, ya que estos son vistos como por ellas como algo catastrófico, generando un sentimiento negativo sobre uno mismo. La creencia de estos sujetos se basa en que, al no cometer errores, evitan las autoevaluaciones excesivamente críticas y severas de ellos mismos y de los demás, tan difíciles de soportar. Los perfeccionistas adoptan un estilo de vida marcado por un esfuerzo intenso, persistente y compulsivo para alcanzar metas difíciles, buscando la validación y aceptación a través de su desempeño. Al no conseguir lograr estos objetivos tan altos, tienen grandes dificultades para reducir el grado de exigencia que se impone a sí mismo.

La necesidad de ser perfecto o de ser visto como perfecto por los demás y tendencia a autoevaluarse de forma crítica son factores de riesgo importantes para la salud mental.

Muchos estudios han relacionado el perfeccionismo con la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos obsesivo-compulsivos y los trastornos de la conducta alimentaria.

Perfeccionismo y Depresión

El constante esfuerzo por ser perfecto, la percepción de que no lo ha logrado, la sensación de baja eficacia y el sentimiento que conlleva la percepción de fracaso, influyen directamente en la autoestima y pueden generar síntomas depresivos. Son muchos los estudios que encuentran una correlación significativa entre el perfeccionismo y la depresión.

Perfeccionismo y Ansiedad

Numerosos estudios indican que un mayor nivel de perfeccionismo genera un mayor nivel de ansiedad y está asociado con varios trastornos de ansiedad (Boivin y Marchand, 1996).

El miedo al fracaso que presenta el perfeccionista le genera una gran ansiedad en el desempeño de las tareas. Cuanto más importante es la tarea, más se invierte tiempo y esfuerzo, mayor es el miedo a fracasar y mayor es la ansiedad.

De los trastornos de ansiedad, la fobia social y el trastorno obsesivo-compulsivo han sido los más estrechamente relacionados con el perfeccionismo (Antony et al., 1998).

Perfeccionismo y Fobia Social

La fobia (o ansiedad) social se caracteriza por un miedo elevado y persistente a enfrentarse a situaciones sociales o de desempeño en las que se puede sentir vergüenza (American Psychiatric Association, 1994) .  La ansiedad social se concibe como la falta de seguridad sobre la propia capacidad para lograr una impresión deseada en los demás. De esta forma, el perfeccionismo tiene un papel importante tanto en el desarrollo como en el mantenimiento de ese trastorno. Es decir, las personas con rasgos perfeccionistas desean lograr una impresión perfecta en los demás, por ende, experimentan más ansiedad social.

Perfeccionismo y Trastorno Obsesivo-Compulsivo

El perfeccionismo también ha sido relacionado con el funcionamiento mental de las personas con Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Estas personas tienden a presentar un ideal de perfección en todos los ámbitos de su vida, se organizan en torno a ciertas creencias que se caracterizan por aspectos perfeccionistas y la convicción de que existe una solución perfecta. Tienen también dificultad para soportar las incertidumbres, tratando de eliminarlas mediante conductas compulsivas.

Perfeccionismo y Trastornos Alimentarios

El perfeccionismo ha sido identificado como un factor de riesgo específico para el desarrollo y el mantenimiento de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como, por ejemplo, bulimia nerviosa, anorexia nerviosa y trastorno por atracón (Fairburn et al., 1999a). Se ha encontrado que el perfeccionismo conduce a la búsqueda de un están­dar perfeccionista en relación con la imagen corporal y el control de la comida y el peso (Garner, Olmsted, Polivy, & Garfinkel, 1984).

Perfeccionismo y sus componentes conductuales

Los componentes conductuales del perfeccionismo pueden actuar en varias direcciones:

  • Intentar cumplir con los estándares irrazonablemente altos: verificar una y otra vez una tarea, un correo, etc., búsqueda de comprobación y seguridad (pedir que otros le corrijan), pensar excesivamente antes de tomar una decisión.
  • Procrastinación: evitar iniciar la tarea, ya que la búsqueda de la perfección hace que la tarea sea demasiado larga y desagradable.
  • No finalizar la tarea o finalizarla de forma prematura: concluye que la probabilidad de que se cumplan las expectativas perfeccionistas es muy baja.

Perfeccionismo y experiencias tempranas

Barrow y Moore (1983) han descrito cuatro tipos de experiencias tempranas que contribuyen al desarrollo del perfeccionismo:

  1. Padres abiertamente críticos y exigentes;
  2. Padre que, aunque la crítica es indirecta, presentan unas expectativas y unos estándares de desempeño excesivamente altos;
  3. No existe la aprobación por parte de los padres, o ésta es inconsistente o condicional;
  4. Padres que actúan como modelos de personas perfeccionistas.

Perfeccionismo y sus síntomas:

Entre los síntomas más asociados al perfeccionismo están:

  • Fatiga y fatiga crónica
  • Dolores de cabeza y dolores de cabeza crónicos
  • Burnout
  • Síntomas físicos por trabajar en exceso
  • Poca capacidad de disfrute
  • Competitividad
  • Hostilidad
  • Procrastinación
  • Baja autoestima
  • Pensamiento dicotómico (“blanco o negro”, “todo o nada”)
  • Parálisis por análisis ante cualquier tarea
  • Miedo al fracaso
  • Ansiedad y ansiedad social
  • Depresión
  • Problemas relacionales (familia, amigos, trabajo)

Perfeccionismo: cómo gestionarlo

  1. Ten en cuenta que tienes el derecho a equivocarte. ¡Permítete equivocarte!
  2. Una autoestima baja puede condicionarte a refuerzos externos para sentirte bien. ¡Trabaja tu autoestima!
  3. Ten en cuenta que metas inalcanzables te causarán frustración. ¡Márcate metas más realistas!
  4. La búsqueda constante de la perfección nos causa ansiedad. ¡El Mindfulness es un buen aliado!
  5. Las exigencias excesivas nos mantienen tensos y con altos niveles de estrés.  ¡Ajusta tus prioridades!
  6. Estar permanentemente revisando y comprobando nos causa un alto nivel de alerta y tensión. ¡Relájate!

Cuando el individuo no se siente amado ni reconocido en su valor, comienza a adoptar conductas compensatorias que le permiten disimular la imagen de inferioridad que tiene de sí mismo, buscando externamente, a través de su desempeño, una validación y una valoración que no encuentra internamente. Mientras no encuentre esas fuentes internas de validación, el perfeccionista seguirá su arduo camino en busca de la perfección.

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Fama y depresión: cómo afecta la fama a la salud mental 860 851 Sandra Ribeiro

Fama y depresión: cómo afecta la fama a la salud mental

Fama y depresión: cómo afecta la fama a la salud mental

Fama y éxito. Una casa maravillosa, amigos a rebosar, ropas y coches caros, dinero, viajes, invitaciones a eventos de lujo y un largo etcétera.

Algunos pacientes famosos que buscan ayuda psicológica – como cualquier otro paciente –, lo hacen o porque ya han tocado fondo o porque no lo quieren llegar a ello. Algunos de sus comentarios son: “Tengo todo, sin embargo, no me siento feliz. Siento un vacío que no hay como llenarlo.” Esa es la cara oculta y menos glamurosa del éxito y de la fama que a nadie le interesa ver.

A veces, la falta de estructura familiar, de una estructura emocional equilibrada, de autoconocimiento o, simplemente, la falta de recursos para gestionar ese tipo de vida, causa a esas personas una tremenda ambigüedad y culpabilidad. “¿No debería agradecer todo lo que tengo? Y en lugar de esto, me siento triste.”

En Estados Unidos, una ex estrella infantil dijo durante una entrevista que había sido «adicto a casi todas las sustancias conocidas por el hombre en un momento u otro, y la más adictiva de todas es la fama». La fama, al igual que las drogas y el alcohol, una vez que te vuelves adicto, no puedes vivir sin ella.

Estar bajo los focos y las cámaras no es exactamente lo más difícil. Allí es cuando un artista da vida al personaje que todos admiran y quieren ver. Lo difícil es cuando está solo. Cuando llega a casa o a la habitación de un hotel. Cuando todo su equipo puede salir y hacer vida normal y el artista no. “No es que cambiaría todo. La verdad, no cambiaría nada. Pero muchas veces me pregunto si el precio no es demasiado alto.” La parte más bonita y más fácil, quizás, sea mirar hacia fuera y eso lo hacen estupendamente. Lo complicado es mirar hacia dentro, dentro de uno mismo. Es, en ese momento, que tenemos que mirar de frente al problema y ponerle nombre: “¡¿Depresión, yo?!”

Sí, depresión. No estás inmune a la depresión, ni a la ansiedad, ni a ninguno de los problemas psicológicos que muchas de las personas de la calle infelizmente sufren. No es una arruga, un lunar o cualquier otra cosa que se pudiera retocar con Photoshop. Tienes que mirarla de frente, buscar ayuda profesional y llamarla por su nombre.

Un trastorno depresivo, un trastorno de ansiedad, una bulimia o anorexia, son problemas psicológicos graves y, por más que los escodamos bajo la alfombra roja, mientras no buscamos ayuda profesional, no se van a ir por arte de magia. Un paciente me comentaba en una de las sesiones de seguimiento (sesiones que anteceden el alta terapéutica): “Ya he tocado fondo una vez por miedo a lo que los demás, mis fas, mis amigos, mi gente, iba a pensar si acudía a un psicólogo. Ya no me volverá a pasar.”

Te tengo que decir algo: la depresión y muchos otros problemas psicológicos no se curan solos. No es cuestión de ponerte las gafas del positivismo, ni de comprarte libros de autoayuda, ni de salir de fiesta con los amigos, ni de emborracharte cada noche o tomar una pastilla para dormir. Ese tipo de problema no desaparece con el tiempo. Con el tiempo tenemos más arrugas o nos quedamos calvos, pero quien sufre un trastorno psicológico tiene que buscar ayuda profesional.

Actualmente, se conoce que son muchas las celebridades diagnosticadas no sólo con depresión, sino también con ansiedad, crisis de pánico, miedo escénico, anorexia, bulimia, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), entre otros.

Aunque los trastornos psicológicos son vistos todavía con mucho prejuicio y estigma, celebramos que cada vez más los famosos hagan público sus problemas psicológicos y, con ello, normalizan el hecho de pedir ayuda profesional. Hace muy poco tiempo, era impensable que un cantante, músico, actor, comediante, modelo, rompiera el tabú y hablara abiertamente en sus redes sociales sobre su salud mental. Para el bien de ellos mismos, de todos sus seguidores y de la salud pública en general, esto está cambiando.

Un sondeo hecho en 2014 por Mind, una organización británica comprometida con la salud mental, con 2.000 encuestados mostró que el 28% de los sujetos que participaron del estudio habló sobre un problema psiquiátrico con un ser querido tras ver una declaración hecha por una persona famosa sobre un problema psicológico al que se estaba enfrentando. Además, otro 25%, por el mismo motivo, terminó pidiendo ayuda.

Quizás te identifiques con algunos de estos síntomas. Si es así, es hora de buscar ayuda profesional:

  • Dificultad para conciliar el sueño
  • Malestar
  • Irritabilidad
  • Dificultad para concentrarse
  • Tristeza
  • Cansancio y falta de energía
  • Dolor físico sin causa específica
  • Ansiedad
  • Atracones de comida o, por el contrario, falta de apetito
  • Sentimientos de culpabilidad
  • Pérdida de placer en actividades antes placenteras, incluso la actividad sexual
  • Abuso de alcohol y/o sustancias
  • Sensación de vacío constante o de estar perdido/a
  • Miedos inexplicables, entre otros.

Se han logrado extraordinarios avances en el tratamiento de los trastornos psicológicos. Al día de hoy, su tratamiento es casi tan exitoso como el tratamiento de los trastornos físicos. Sin embargo, sólo tú puedes dar el primer paso.

Si no puedes acudir a la consulta presencial, pregúntanos sobre la atención a domicilio u online.

La fama sin una estructura emocional sana puede ser una mala compañera de viaje. No podemos buscar llenarnos emocionalmente a través de la fama. La fama es vacía y solitaria.

 

Estamos aquí para ayudarte.

Disponemos de terapia a domicilio (pregúntanos sobre la disponibilidad y condiciones)

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Sandra Ribeiro

Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

Profesora Asociada del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

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*Sandra Ribeiro ha sido cantante de una gran discográfica y bailarina profesional de grandes artistas. Ha viajado de gira por todo el mundo. Ha enfrentado la soledad de la fama, el pánico escénico, la crisis de pánico, el bloqueo creativo, el síndrome del impostor…

“Podré entenderte y ayudarte a salir de ahí. Acompañarte en algo que, no solo soy especialista como psicóloga, sino que también lo he vivido en primera persona.” 

Sandra Ribeiro

 

 

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Cómo salir de mi zona de confort 538 544 Sandra Ribeiro

Cómo salir de mi zona de confort

Cómo salir de mi zona de confort

La zona de confort es ese lugar en el que todo nos es familiar y previsible, en el que todos los obstáculos ya fueron superados, y que nos da una aparente sensación de tranquilidad.

Solo el hecho de pensar en salir de tu zona de confort, ¿ya te causa ansiedad?

Para algunas personas, adentrarse en un mundo totalmente desconocido es motivo de miedo intenso o terror. De este modo, prefieren evitar la incertidumbre y el malestar, y mantener ese miedo a raya. Al final, la zona de confort, como el propio nombre indica, es un lugar confortable.

Si estoy cómodo, ¿por qué salir de mi zona de confort?

¡Ojo! No todo es lo que parece. La zona de confort nos puede traer una sensación de seguridad, pero es una falsa seguridad. Está mascarada realmente por una conducta de evitación que nos impide desarrollarnos y perseguir nuevas metas. Nos deja tan inertes que ni siguiera nos damos cuenta de que nos hemos detenido en el tiempo.

Los cambios, especialmente si son grandes cambios, tienen su punto de incomodidad, incertidumbre, miedo, ansiedad. La zona de confort nos proporciona seguridad y protección y, por ello, no deseamos salir de ella. No deseamos enfrentarnos a algo nuevo que nos puede causar sufrimiento psíquico y emocional.

Mucho más cómodo, ¿verdad? Pero tengo una buena y una mala noticia para ti. La buena es que, si no sales de tu zona de confort y arriesgas, no hay decepciones ni frustraciones. No hay sustos ni ansiedad. La mala noticia es que tampoco habrá aprendizaje y crecimiento.

Muchas veces, cuando no salimos de nuestra zona de confort y optamos por la comodidad, perdemos la motivación y el interés. Por ejemplo, un relacionamiento en el que la pareja se ha acomodado, se ha instalado en su zona de confort y no hacen nada diferente, la relación probablemente perderá la chispa y se transformará en rutina. En el trabajo, si nos mantenemos acomodados, no sólo perdemos la motivación, como no conseguimos visualizar caminos para crecer y mejorar como profesionales.

¿Qué acontece si salgo de mi zona de confort?

Entrarás en la zona de aprendizaje. La zona de aprendizaje es un área de expansión en la que podrás asumir nuevos desafíos y permitirte probar, arriesgar y conquistar. Es importante saber que entrar en esta área implica un esfuerzo personal, unos niveles de ansiedad aceptables, sentimientos de incertidumbre y falta de seguridad. Sin embargo, una vez dominamos lo nuevo, este pasa a formar parte de nuestra nueva zona de confort y podemos comenzar a disfrutar de experiencias enriquecedoras.

Beneficios de salir de la zona de confort

  • Aumento de la autoconfianza
  • Desarrollo de estrategias para la solución de diferentes problemas
  • Adquisición de nuevas perspectivas y nuevas experiencias
  • Aumento de la capacidad para exponerse
  • Aumento de la motivación
  • Cambios en la rutina
  • Conocimiento de nuestras capacidades y límites
  • Identificación de las áreas de mejora

¿Qué es lo que te está impidiendo abrirte a nuevas experiencias?

Aferrarnos con rigidez a nuestro comportamiento habitual nos quita espontaneidad y disfrute. Es importante conocer si nuestra resistencia a probar algo nuevo no encubre un miedo al fracaso. Las cosas no tienen por qué salirnos siempre bien para que estemos seguros. La vida no está hecha de ensayo-éxito, sino de ensayo-error.

¿Qué es el fracaso?

Cuando medimos nuestra vida y nuestra valía personal a través de logros, es muy fácil que se instale el miedo al fracaso. Si soy mis éxitos, ¿cómo no voy a tener miedo a perder quien soy?

Wayne Dyer en uno de sus libros nos habla sobre el fracaso y nos pide que imaginemos el fracaso en la conducta de un animal. Por ejemplo, un perro que ha estado ladrando quince minutos y escucha comentarios como “realmente no ladra muy bien. No pasa el examen”. El perro entra en una crisis de ansiedad y piensa que es mejor no intentar ladrar otra vez, no vaya a ser que fracase. Es ridículo, ¿verdad? Es ridículo porque no hay una regla que nos lleve a valorar el comportamiento natural de un perro. Simplemente lo hacen de forma espontánea. Pero nuestra sociedad está llena de reglas que nos empujan a la búsqueda constante del éxito y, por ende, nos empujan al miedo al fracaso.

El miedo al fracaso es limitante y, a largo plazo, puede producir ansiedad, desmotivación, tristeza, falta de sentido, pasividad y conductas de evitación. Muchas veces, nos hace cada vez más rígidos y las personas rígidas casi siempre tienen un plan, viven una vida sumamente organizada, nada sale de su guion. Han planificado una vida (para ellas y para los demás) extremadamente estructurada, con horarios rígidos y rituales que no se mueven ni una coma. En realidad, a esas personas, generalmente, les faltan espontaneidad, creatividad, sentido de innovación y disfrute.

No todas las calles de nuestra vida nos llevarán a lo seguro. Puede que descubras que no has disfrutado de lo que había al final de la calle, pero perderás la rigidez y aprenderás a disfrutar del camino y del hecho de haberte permitido probar lo desconocido.

¿Cómo salir de mi zona de confort?

  1. Haz algo que nunca hayas hecho antes: puedes utilizar una lista de desafíos. Apunta diez cosas que te gustaría hacer, pero nunca has dado el paso. Puedes hacer una jerarquía de los desafíos de menor a mayor dificultad para ti.
  2. Enfrenta a alguno de tus miedos: intenta identificar aquel miedo que te frena, que te bloquea y que, muchas veces, aparece enmascarado por las conductas de evitación.
  3. Realiza un viaje para un lugar diferente: si eliges siempre el mismo destino para tus vacaciones o fines de semana, es un buen momento para programar un viaje diferente. Lo importante es estar dispuesto a vivir una nueva experiencia.
  4. Conoce a personas y/o lugares nuevos: crea nuevas oportunidades para ampliar tu círculo de amigos y para frecuentar sitios que no eran habituales para ti.
  5. Apúntate a un nuevo deporte o actividad: además del beneficio del ejercicio para tu salud física, también lo es para tu salud mental.
  6. Rompe tu rutina y haz algo diferente: innova en algo, por lo menos un día. Sal de tu rutina y permítete descubrir un mundo de posibilidades.

Necesitamos establecer nuevos propósitos, tomar riesgos, adquirir conocimientos, expandir horizontes, formar vínculos emocionales, descubrir nuevos lugares, cometer errores, cambiar de opinión, entre otras experiencias de vida.

Sin embargo, muchas veces, salir de la zona de confort implica trabajar emociones, patrones de comportamiento, creencias y miedos que están muy arraigados, haciéndonos cuestionar nuestra valía personal. Si te apetece dar ese paso en dirección a tu zona de aprendizaje y tener la mejor vida que podrías tener, pero necesitas ayuda para hacerlo de una forma saludable, llámanos y haremos este camino juntos/as.

Si crees que no puedes hacerlo solo/a, estamos aquí para ayudarte.

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Sandra Ribeiro

Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

Profesora Asociada del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva

Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED

 

 

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